EL PAIS
31
octubre 2021
Midorexia:
cuando la obsesión por la eterna juventud maneja nuestros pensamientos
Silvia C. Carpallo
Cada vez son más personas las que,
llegada la mediana edad, hacen lo posible e imposible por mantenerse casi
eternamente jóvenes. ¿Cómo distinguir una actitud saludable de una obsesión
inalcanzable?
De Jennifer López a Jennifer Aniston,
pasando por Brad Pitt o Will Smith. Si algo tienen en común todas estas caras
conocidas es que el tiempo parece no pasar por ellos. Aunque quizás, lo que más
llama la atención, es que ya no entendemos esa eterna juventud como el
privilegio de unos pocos, sino que se ha convertido en un ideal que todos
querríamos alcanzar. En algunos casos esto se traduce en intentar llevar una
vida sana, en cuidarse y en algún tratamiento de estética si procede. En otros
casos, intentar mantenerse joven llegada la mediana edad es toda una obsesión.
Una obsesión que ha pasado a conocerse como midorexia.
La psicóloga de TherapyChat, Pilar
García Flórez, explica así cómo surgió el término: “La primera vez que
aparece este término es en el año 2016, en un artículo del periódico The Telegraph, que lo define como
la convicción de las personas que ya pasan de los 50 años están más atractivas
que nunca y deben mostrárselo al mundo. Actualmente, al no existir un consenso
sobre este concepto, algunas personas lo identifican como un posible trastorno y otras, sin embargo, con una actitud que puede
traer muchos beneficios para la persona”.
¿Y cómo saber diferenciar entre los dos casos? La línea
entre una actitud sana y un comportamiento obsesivo parece muy fina. Por intentar matizarlo, la psicóloga describe los
casos preocupantes como aquellos en los que pasa a ser una obsesión que
condiciona la vida de la persona. “Es decir, cuando toda su rutina y su
comportamiento va encaminado a mantenerse joven, a pesar de que esto pueda
provocar un deterioro en su vida social, familiar, laboral o en su
salud”.
Por qué nos obsesionamos con la juventud
La obsesión con la eterna juventud no es nada nuevo. Todos
hemos oído leyendas sobre manantiales, elixires o piedras que concedían el
poder de la juventud eterna. Pero algo ha cambiado en las últimas generaciones
como para empezar a hablar de conceptos como la midorexia.
Solo hace falta fijarnos en las abuelas de entonces y las abuelas de
ahora. “Hay cambios notables en la
esperanza de vida, en los modelos de familia, en la importancia que se otorga
al ocio y cómo se disfruta. Estamos obsesionados con todo aquello que se
relaciona con la juventud, porque existe una tendencia creciente a un nuevo
concepto de madurez, que invita a la población de mediana edad a reivindicar su
derecho a seguir disfrutando”, apunta por su parte la socióloga Rosario
Guillén.
Aunque hay otros condicionantes a tener en cuenta, el
primero en el que debemos fijarnos son las redes sociales. Ya no solo nos
importan las fotos de las estrellas de cine, ahora Instagram nos enseña una
imagen idealizada incluso de nuestra vecina. Y lo hace, además, porque los
tratamientos estéticos destinados a rejuvenecer que antes estaban destinados
para las estrellas, son cada vez más accesibles para la población general (o al
menos una parte de ellos).
Precisamente sobre este tema, el Dr. Sergio Fernández insiste
en que “hoy en día, los procedimientos médicos se engloban dentro del
enfoque holístico del bienestar”. Es decir, que el verse bien por fuera,
se acompaña con cuidarse por dentro, haciendo de la nutrición, el ejercicio y
el cuidado estético un trío inseparable.
Como el experto recuerda, “la expectativa media de vida ha
aumentado considerablemente y eso hace que nos encontremos con pacientes, con
una espléndida calidad de vida, que no sienten que su imagen reflejada en el
espejo corresponda con cómo se encuentran ellos interiormente, por eso tratan
de adecuar su aspecto a la juventud interna que sienten”. Algo que parece
totalmente comprensible.
El quid de la cuestión está en entender que se puede
envejecer más o menos rápido, de forma más o menos evidente, pero que
envejecer, al final, forma parte de la vida. Así lo puntualiza la psicóloga
Pilar García Flórez: “La midorexia tiene una
base muy importante en el miedo a envejecer y la no aceptación del paso del
tiempo y sus efectos. Esto es una batalla perdida que sólo genera frustración y
gasto de energía, porque irremediablemente el tiempo va a pasar para
todos”. En estos casos “es fundamental trabajar con la aceptación
de la etapa de la vida en la que nos encontramos y de lo que esto implica. Y
también con la noción de que la edad no define quiénes somos, ni tampoco
determina nuestra valía como persona. Somos mucho más que una edad. Cuando
estamos satisfechos con nuestra vida, es menos probable que traslademos el
malestar a algo como nuestra edad”, reflexiona la psicóloga.
La importancia de manejar expectativas
Otra de las claves para diferenciar cuando la midorexia es preocupante, es precisamente el saber manejar
las expectativas. “Los pacientes en general, son conscientes de sus
limitaciones, pero es cierto que algunos pacientes acuden con imágenes de sus
personajes favoritos para intentar conseguir en su rostro los rasgos más
icónicos de sus ídolos”. Siendo
así, desde SEME recuerdan que a la hora de pasar por un tratamiento de estética
“hay que tratar con el paciente para que haga autocrítica de sus
pretensiones, si lo conseguimos es muy fácil continuar acompañando al paciente
en su procedimiento de envejecimiento, pero si no lo conseguimos, lo lógico
sería hacerle entender al paciente que precisa ayuda psicológica”.
En esta idea también profundiza de nuevo la psicóloga Pilar
García Flórez. “La persona intenta alcanzar esos cánones, pero al
resultar imposible aparece la frustración y la insatisfacción con una misma. Lo
que deriva en problemas de autoestima, ansiedad, bajo estado de ánimo, etc. Así
que es fundamental manejar unas expectativas realistas de lo que es la belleza,
la edad que tenemos y de lo que realmente es saludable y lo que no”.
Y es que, como reflexiona la experta, el problema en el caso
de la midorexia no es realmente querer sentirse más
joven, sino el concepto que tenemos de juventud. “La midorexia
aparece por el contexto en el que vivimos y la presión social que nos lleva a
creer que lo deseable es estar más guapa, más delgada, etc.”, cuando
realmente sentirse y verse más joven no tiene por qué traducirse solo en eso.
Lo bueno de no renunciar a sentirse joven
De hecho, el querer mantenerse joven en la mediana edad, sin
obsesionarse y con unas expectativas realistas, tiene mucho de positivo.
“Todo en la vida llevado al extremo se convierte en un problema, pero en
su justa medida nos puede aportar muchos aspectos positivos”, incide
García Flórez. Para empezar, hay que citar todos los beneficios que implica el
autocuidado: hacer actividad física, tener una buena alimentación, no caer en
el sedentarismo asociado a ciertas edades, mantener la actividad mental, etc.
Pero también está el hecho de no considerar la edad como una barrera, ni a
nivel físico, ni mental. “Esto nos va a permitir disfrutar del día a día,
hacer actividades placenteras, menos rutinarias y no limitarnos”.
“Pese al límite físico que imponen la genética y
nuestra salud, hay estudios que reflejan que en las personas que se sienten más
jóvenes, el deterioro cognitivo es menor. Sentirse más joven, rejuvenece”,
cierra a modo de conclusión la socióloga Rosario Guillén.